Jaider Antonio Rojas Bravo
Jaider Antonio Rojas Bravo
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7 Jul 2025 05:30 PM

Asesinan a Jaider Rojas, joven cristiano que cantaba para Dios en iglesia de Soledad

María Beatriz
López
Vivía en el barrio Soledad 2000 y trabajaba en una pizzería.

Un profundo dolor embarga a los miembros de la Iglesia Catedral Apostólica Escalando Peldaños Central, tras conocerse el asesinato de uno de sus integrantes más queridos: Jaider Antonio Rojas Bravo, de 33 años. El hecho ocurrió la noche del sábado 5 de julio en el barrio Ciudadela Metropolitana, cuando fue atacado a tiros por dos hombres en moto que le dispararon en la cabeza y huyeron del lugar.

Jaider no solo era un feligrés más. Era parte activa del grupo de alabanzas, donde cantaba como voz principal. Soñaba con ser cantante y dedicar su talento a Dios. Según sus compañeros de congregación, desde que llegó a la iglesia hace poco más de un año, mostró una gran transformación en su vida.

“Me decía: ‘Yo sueño con cantarle a Dios’. Y en menos de un mes ya estaba al frente del grupo musical”, contó un allegado.

Aunque tuvo un pasado difícil del cual sus cercanos prefieren no dar detalles, Jaider decidió cambiar de vida y se convirtió en un ejemplo para otros. “Se ganó el cariño de todos desde el primer día”, afirmaron.

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Jaider vivía en el barrio Soledad 2000 y trabajaba en una pizzería. Con su modesto salario, mantenía a sus dos hijas y ayudaba a sus padres, quienes son sordomudos. “No ganaba mucho, pero siempre soñaba con darle lo mejor a sus hijas y apoyar a sus papás”, relató uno de sus amigos.

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El asesinato ocurrió en una cancha de fútbol ubicada detrás de la Iglesia Jesús Maestro, cerca del arroyo de la vía al Platanal. Según testigos, los sicarios se hicieron pasar por domiciliarios antes de dispararle. Dos tiros en la cabeza acabaron con su vida de manera instantánea.

La versión de sus familiares apunta a que el ataque no era contra él. “Jaider no solía ir a ese sitio. Lo que nos dicen es que el atentado iba contra otra persona que logró huir”, declaró Josué Rojas, su hermano en medios locales. 

Los feligreses y familiares piden a las autoridades que se investigue a fondo el caso y se capture a los responsables. “No se metía con nadie, era una persona entregada a Dios”, dijo entre lágrimas un miembro de la iglesia.

Este caso se suma a una creciente ola de violencia que azota a Soledad y otros municipios del Atlántico, donde los homicidios por ajustes de cuentas y ataques sicariales se han vuelto frecuentes.