Joven de 16 años perdió la vida en siniestro vial en la noche de velitas
La noche del 7 de diciembre, mientras miles de familias en Valledupar encendían velas para dar inicio a la temporada navideña, en el barrio Cañahuate una celebración familiar terminó transformándose en una tragedia. Samuel David Cabas Cuello, de 16 años, estudiante del colegio Domingo Savio, murió en un accidente de tránsito luego de tomar junto a dos amigos un vehículo sin autorización.
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De acuerdo con el relato de sus familiares, Samuel compartía con sus padres, primos y amigos cuando surgió la necesidad de encontrar un cargador para un celular. Un primo les comentó que, en su carro, un Mazda de placas DQP-195, había uno disponible. Los jóvenes ingresaron al vehículo para buscarlo, pero minutos después decidieron encenderlo y salir a conducir, sin permiso y sin supervisión de un adulto.
“Ellos estaban buscando un cargador tipo C. Mi familiar les prestó la llave solo para eso, nunca para que tomaran el carro. No sabemos en qué momento se fueron. Cuando el propietario del vehículo me dijo que no veía el carro, yo entré en angustia porque sabía que mi hijo estaba ahí”, contó Ángel Cabas, padre del menor.
El siniestro ocurrió en la carrera 5 con calle 9D, en el barrio Novalito. Las primeras unidades en llegar al sitio fueron agentes de la Policía Metropolitana, seguidos por el Cuerpo de Bomberos, que tuvo que realizar maniobras de extracción para liberar el cuerpo del adolescente, atrapado entre los restos del automotor.
“El paramédico nos explicó que la forma en la que quedó su cabeza impedía sacarlo. Estaba presionado, pero su cuerpo no quedó desfigurado”, señaló el padre.
Los dos jóvenes que acompañaban a Samuel resultaron con lesiones menores. Ambos fueron trasladados a centros asistenciales.
La familia insiste en que nunca autorizaron a los menores a conducir. “Jamás le he dado un carro a mi hijo. Ni yo estaba en vehículo esa noche porque sabía que iba a tomar”, aclaró el padre.
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La tragedia dejó en luto a dos instituciones: la Fiscalía, donde trabaja la madre del menor, y la Rama Judicial, donde labora su padre en Riohacha. Hoy, ambos enfrentan un dolor que marcará para siempre la noche que se suponía debía encender luz, no apagar una vida.