Estudiantes de un colegio en Santa Marta impulsan investigación que transforma huertos escolares en fuentes de energía limpia
Cultivos capaces de generar energía limpia.
Cortesía docente Albany Sandoval.
2 Dic 2025 02:06 PM

Estudiantes de un colegio en Santa Marta convierten huertos escolares en proyectos de energía limpia

Angy
Cueto Martínez
La iniciativa promete impulsar la sostenibilidad rural y apoyar a comunidades sin acceso estable a la electricidad.

Un proyecto que combina ciencia, agricultura e innovación tecnológica avanza silenciosamente en el huerto escolar de la Institución Educativa Pedagógica del Caribe. Bajo la guía del ingeniero industrial y tecnólogo en electricidad Albany Sandoval, docente de matemáticas, varios estudiantes de los grados sexto, octavo y noveno investigan cómo obtener energía directa a partir de la tierra y las plantas, almacenarla y utilizarla para alimentar equipos básicos, entre ellos bombas de riego para cultivos.

Sandoval explica que esta idea comenzó hace dos años, inspirada en estudios que ya se realizan en otros países, pero con un enfoque más ambicioso que busca pasar de experimentos en macetas a un huerto completo. “La electricidad hoy hace parte de todo lo que nos rodea. El reto era entender cómo captarla desde el entorno. Nos propusimos generar una energía producida por la tierra y por las plantas mismas”, afirma el docente.

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Por su parte, Pedro Reina, uno de los 40 estudiantes que participa de este grupo de investigación, explicó la naturaleza de su iniciativa. "Nosotros como estudiantes buscamos con este proyecto generar energías limpias que aporte al sector rural".

El proceso se basa en las llamadas pilas vegetales, una tecnología que utiliza compostaje, desechos orgánicos de cocina, combinado con placas de cobre y zinc. Este sistema, enterrado entre las capas del cultivo, aprovecha la interacción entre los nutrientes que la planta absorbe y los microorganismos del suelo para producir electrones. “La pila vegetal toma esos nutrientes y genera corriente directa. Esa energía puede almacenarse y posteriormente transformarse en corriente alterna con inversores, como sucede con los paneles solares”, explica el docente.

El proyecto está pensado especialmente para zonas rurales donde el servicio eléctrico es limitado o inexistente. “Muchos campesinos tienen tierra fértil, pero no energía para sistemas de riego. Aquí queremos demostrar que sus propios cultivos pueden generar la electricidad que necesitan”, sostiene Sandoval.

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Los estudiantes cultivan maíz, yuca, pimentón, tomate y otros vegetales, con especial énfasis en plantas ricas en almidón, capaces de producir mayor cantidad de energía. Además del componente tecnológico, el huerto también ha permitido obtener una primera cosecha que terminó convertida en productos artesanales como especias y condimentos, los cuales podrían comercializarse para financiar la continuidad del proyecto.

El programa ha tenido una gran acogida entre los padres de familia, quienes ya han visto resultados tangibles, y los estudiantes participan activamente en procesos de preparación del suelo, compostaje y análisis físico-químico del material orgánico. “A los chicos les gusta la innovación. La idea es tener aulas de investigación, no solo cuatro paredes y un tablero. Eso los motiva”, afirma el profesor.

Los avances ya han sido presentados en congresos y semilleros de investigación, donde el proyecto ha destacado por su potencial de impacto social y ambiental. Aunque una clasificación nacional no pudo materializarse por falta de recursos para viajar a Bogotá, el semillero sigue activo, y este sábado el grupo participó en una jornada de proyectos innovadores en la Universidad del Magdalena.

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La meta ahora es escalar la iniciativa, integrar a más estudiantes y docentes, y demostrar que la energía limpia también puede brotar de la tierra, literalmente, para transformar las dinámicas productivas de las comunidades rurales.