
Tiendas de alimentación comunitaria en La Guajira: Un oasis en medio del desierto
La Guajira enfrenta una de las crisis alimentarias más graves del país. Según datos de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia, uno de cada cuatro niños menores de cinco años en este departamento padecen desnutrición crónica, una condición irreversible que afecta su desarrollo físico y cognitivo.
En la comunidad indígena de Buenos Aires, en La Guajira, los puntos de alimentación comunitaria representan un esfuerzo para combatir la inseguridad alimentaria. Una de estas tiendas es administrada por Egna Margarita Uriuta Josayu, quien, con esfuerzo y dedicación, abastece a su comunidad con productos esenciales.
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“Yo veo a mi comunidad beneficiarse de todo esto, y tanto como lo de la tienda y lo del comedor (…) los productos que más se venden son el arroz, el azúcar, el aceite y el café”, expresó.
Su trabajo tiene un impacto positivo en la comunidad, ya que tanto la tienda como el comedor comunitario permiten a muchas familias acceder a alimentos básicos.
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El director de la Red de Bancos de Alimentos de Colombia, Juan Carlos Buitrago, explica que la iniciativa busca garantizar el acceso a la alimentación en regiones donde la escasez es una constante.
“Aprovechamos y potenciamos las capacidades de producción de artesanías de las mujeres, ponemos comedores comunitarios, pero también ponemos tiendas en la mitad del desierto. En La Guajira no hay disponibilidad de alimentos. Hoy ya tenemos 28 tiendas en la mitad del desierto que son abastecidas por el Banco de Alimentos”, señala.
En el 2024, 24.396 niños menores de cinco años fueron diagnosticados con desnutrición aguda en Colombia. Aún más preocupante, 220 niños murieron a causa de la desnutrición en el país durante el año pasado.
Además de las tiendas, el proyecto fomenta la producción de artesanías con el Banco de Hilos por parte de las mujeres de la comunidad, ofreciendo oportunidades económicas en un contexto donde muchas familias sobreviven con ingresos mínimos.
“Las mujeres que tejen mochilas ganan en promedio 40 mil pesos al mes, lo que no es suficiente para cubrir una canasta básica de alimentos”, explica Buitrago.
La Guajira enfrenta una de las tasas más altas de desnutrición en Colombia. Según Buitrago, el 26% de los niños en el departamento sufre de desnutrición crónica, una condición que afecta el desarrollo físico e intelectual de los menores.
“Un niño con desnutrición crónica tiene en promedio 14 puntos menos de coeficiente intelectual y hasta 5 años menos de escolaridad. Esto impacta no solo su vida, sino el futuro del país”, advierte.
Nielsen Benítez, gestora nutricional del Banco de Alimentos de Riohacha, conoce de primera mano la gravedad de la crisis. En su labor diaria, ha visto cómo muchas familias luchan por conseguir además de alimento, el agua.
“Acá en esta comunidad donde nos encontramos no presentan jagüey, tampoco tienen pozo, ni tampoco cuentan con paneles solares, que de pronto es la última tecnología que tienen aún avanzada para abastecerse de agua. Difícil la situación en la cual ellos tienen que ir hasta la cabecera municipal a abastecerse de agua”, explicó.
Según Benítez, uno de los principales desafíos es garantizar una alimentación adecuada y balanceada.
“Más del 80% de los niños que tenemos aquí en esta comunidad presentan desnutrición crónica por falta de micronutrientes, porque no tienen una alimentación 100% garantizada, todo eso afecta el desarrollo y el crecimiento de los niños”, explicó.
Estudios indican que los niños con esta condición tienen un coeficiente intelectual 14 puntos menor, cinco años menos de escolaridad y 54% menos ingresos en su vida adulta.
Las iniciativas como las tiendas de alimentación comunitaria representan un paso en la lucha contra la inseguridad alimentaria en Colombia.