Montería encendió la llama de la juventud deportiva con una fiesta de color y esperanza en el inicio de los Juegos Escolares Centroamericano
El béisbol cedió por una noche su protagonismo al color, la danza y la emoción. En el estadio 18 de Junio de Montería, más de 3.000 personas fueron testigos del comienzo de una cita que va más allá de las medallas: los VII Juegos Escolares Centroamericanos y del Caribe Córdoba 2025, una fiesta del deporte juvenil que busca fortalecer la integración de una generación que corre, salta y sueña sin fronteras.
Delegaciones de Aruba, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Venezuela y Colombia, anfitriona del evento, desfilaron entre aplausos y banderas ondeantes. La energía del Caribe se sintió en cada esquina, con ritmos que se confundían entre el calor de la noche y la emoción de los atletas que por primera vez pisaban suelo cordobés.
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El momento más simbólico llegó cuando el excampeón mundial de boxeo Miguel “Happy” Lora, ídolo de casa, encendió el pebetero. Con ese gesto, Montería no solo inauguró oficialmente los Juegos, sino que encendió también el espíritu deportivo de una región que ha aprendido a levantarse a punta de talento y resiliencia.
“Más que una competencia, esto es un encuentro de esperanza”, se escuchó entre las tribunas. Y esa sensación se extendió cuando Mike Bahía cerró la noche con un concierto que convirtió el estadio en una sola voz juvenil.
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Desde este lunes, Montería y Cereté viven el segundo día de competencias con el entusiasmo intacto. Porque más allá de los podios, estos Juegos celebran la fuerza del deporte como lenguaje universal, capaz de unir a todo un continente en un mismo latido.