“Pensé que era un carro bomba”: el relato del soldado sobreviviente al atentado en Aguachica, Cesar
Jesús Alberto Pérez Cervantes todavía recuerda con claridad la noche en que su vida cambió. El soldado profesional del Ejército Nacional es uno de los sobrevivientes del atentado terrorista contra la base militar del Batallón Ricaurte, en el corregimiento El Juncal, municipio de Aguachica, Cesar, donde siete de sus compañeros murieron cumpliendo su servicio al país.
Aunque ya no se encuentra hospitalizado y continúa su recuperación fuera de un centro asistencial, su memoria vuelve una y otra vez a esos minutos de terror. “Fue una noche bastante tensa, pero gracias a Dios estoy mejor. Quiero agradecerle a la Clínica Alta Complejidad de Aguachica y al dispensario médico del batallón, que me auxiliaron a tiempo”, relató.
La noche del ataque, Jesús Alberto cumplía funciones como centinela. Minutos antes había terminado la formación y se preparaba para entregar turno. “Yo estaba encadenando el armamento para hacer la entrega cuando escuchamos los bombazos. Al principio pensé que era un carro bomba”, contó.
Segundos después, la onda explosiva lo lanzó contra el piso. “Sentí el aturdimiento y cuando me miré la pierna vi que estaba sangrando. Ahí entendí que nos estaban atacando”, recordó. A pesar de las heridas, logró arrastrarse fuera del área de los hamacaderos mientras escuchaba disparos y veía a compañeros heridos.
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Uno de los momentos que más lo marcó ocurrió cuando levantó la mirada al cielo. “Miré hacia arriba y vi un dron. Le dije al compañero que nos moviéramos de ahí, porque podía traer otro explosivo”. El temor a un nuevo ataque los obligó a buscar otro punto de resguardo.
Jesús Alberto fue auxiliado por otros soldados, trasladado primero al dispensario médico y luego a la ambulancia. “Las heridas no fueron por disparos, fueron por la explosión. Sentí la pierna, el cachete hinchado, el cuello, pero gracias a Dios no fue nada grave”, explicó.
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En medio del caos, su pensamiento estuvo con su familia, pero también con sus compañeros. “Los seis soldados profesionales que murieron eran muy allegados. Estábamos en el mismo pelotón. No somos familia de sangre, pero éramos como hermanos. Perder a alguien que ayer estaba con uno y hoy ya no está es algo muy fuerte. Fue un honor trabajar con ellos”, dijo.
Hoy, en Aguachica persisten el miedo y la zozobra entre la población, en medio de una creciente ola de inseguridad que ha obligado a reforzar la presencia de la Fuerza Pública y a mantener activas medidas especiales de control.