Aumento del salario mínimo divide opiniones en Barranquilla.
Algunos empleados advierten que el aumento solo será positivo si no incrementa el costo de vida.
El reciente aumento del salario mínimo decretado por el Gobierno nacional ha generado reacciones encontradas entre trabajadores y empresarios en Barranquilla. Mientras un sector de empleados celebra la medida como un paso hacia la dignificación laboral, otros advierten que podría traer efectos adversos como recortes de personal, ajustes de horarios y un impacto inflacionario.
En un sondeo realizado en distintos puntos de la ciudad, varios trabajadores manifestaron su respaldo al incremento, aunque con cautela. Algunos señalaron que el beneficio real dependerá de que no se dispare el costo de vida. “El salario mínimo sirve si no hay más inflación, porque si todo sube, quedamos en la misma situación”, expresó uno de los consultados.
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Otros ciudadanos defendieron la decisión del Gobierno y la compararon con políticas laborales de administraciones anteriores. “En el año 2002 se desmejoraron las condiciones laborales con la eliminación de recargos y dominicales. Este aumento busca dignificar al trabajador”, afirmó otro entrevistado, quien además sostuvo que un mayor ingreso impulsa el consumo y dinamiza la economía.
Sin embargo, también hay preocupación entre algunos empleados del sector privado, quienes temen que el alza salarial termine afectando la estabilidad laboral. “El aumento está bien, pero los empresarios no están contentos. Van a ajustar turnos, horarios y festivos, y eso puede significar despidos”, advirtió un trabajador.
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Las críticas más fuertes provienen de los pequeños comerciantes del mercado público de Barranquilla. Para ellos, el aumento del salario mínimo se suma a una alta carga impositiva y a los elevados costos operativos. “Esto es populismo barato en temporada electoral. Puede convertirse en el punto de partida de la destrucción de los pequeños negocios”, aseguró un comerciante.
Otros empresarios alertaron que la medida podría aumentar la inflación, afectando especialmente a los sectores más vulnerables. “El impuesto más regresivo para el pobre es la inflación”, concluyó otro vocero del sector comercial.
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El debate continúa abierto en la capital del Atlántico, donde el aumento del salario mínimo genera expectativas, pero también incertidumbre sobre su impacto real en el empleo y la economía local.
