Silvestre y Juancho prendieron la mecha en el Metropolitano: un Amor y Amistad inolvidable
La noche del sábado 20 de septiembre quedará marcada en la memoria musical de los barranquilleros: Silvestre Dangond y Juancho de la Espriella encendieron el Estadio Metropolitano Roberto Meléndez con su “último baile”, un concierto que se convirtió en una verdadera fiesta de Amor y Amistad.
Con un lleno total que superó los 40 mil asistentes, la pareja artística que escribió páginas doradas del vallenato clásico y moderno se despidió de los grandes escenarios como dúo, dejando claro que su unión fue y seguirá siendo leyenda en la historia musical del Caribe colombiano.
El espectáculo arrancó pasadas las 9:00 de la noche con un derroche de luces, pantallas gigantes y efectos pirotécnicos que hicieron vibrar desde la primera canción. Los éxitos que marcaron generaciones, como La colegiala, A blanco y negro, Cantinero, Me gusta, me gusta y La gringa, fueron coreados a una sola voz por el público, que convirtió el Metropolitano en una gigantesca pista de baile.
Durante más de tres horas, Silvestre y Juancho no solo entregaron música, sino anécdotas, mensajes de gratitud y homenajes a la tradición vallenata. “Gracias Barranquilla por ser cómplice de esta historia. Este es un hasta pronto, porque la música nunca muere”, expresó Dangond, visiblemente emocionado.
El ambiente estuvo cargado de nostalgia, alegría y complicidad entre artistas y público. Familias enteras, grupos de amigos y parejas celebraron la fecha de Amor y Amistad con una velada que reafirmó al vallenato como parte esencial de la identidad cultural del Caribe.
El concierto también tuvo invitados sorpresa que hicieron delirar a los asistentes, entre ellos reconocidos cantantes y colegas de la dupla, quienes se unieron al escenario para rendir homenaje a la trayectoria compartida.
Al final, con fuegos artificiales iluminando el cielo barranquillero, la dupla se despidió entre aplausos, lágrimas y ovaciones interminables. El “último baile” no fue solo un concierto, sino un encuentro histórico que dejó en alto la bandera del vallenato y ratificó que, cuando Silvestre y Juancho se juntan, la fiesta está garantizada.