Los moradores de Bocas de Ceniza (Atlántico).
Los moradores de Bocas de Ceniza (Atlántico).
RCN Radio/Jairo Tarazona
24 Feb 2025 03:57 PM

Los moradores olvidados de Bocas de Ceniza (Atlántico): vivir entre el río y el mar

Jairo
Tarazona
Los habitantes siguen bajo el riesgo de que las aguas dulces y saladas, se los lleve un día.

A 15 kilómetros del centro de Barranquilla está la punta del tajamar de Bocas de Ceniza (Atlántico). Allí está la desembocadura del Río Magdalena que deposita su agua dulce en las aguas saladas del mar Caribe, un espectáculo único y maravilloso de la grandeza de la naturaleza. 

Bocas de ceniza es uno de los mayores atractivos turísticos de Barranquilla, llegar hasta la punta es una aventura fascinante. El tajamar tiene apenas unos 4 o 5 metros de ancho, que se angosta en su extremo.

La mejor forma de llegar es en moto que se alquila en las playas de puerto Mocho, desde el comienzo de la ruta se puede  apreciar a un lado, el caudal del Magdalena de color café y al otro costado, el mar verdaceo, si el conductor se descuida, uno pude terminar en el rio o en el océano. 

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La moto llega hasta un pequeño caserío porque de ahí en adelante el tajamar se vuelve más estrecho, apenas dos metros de ancho y con un camino rocoso que no permite seguir motorizado, tras caminar media hora por fin se llega al final del camino donde las aguas dulces torrentosas chocan violentamente al tropezar con las aguas saladas del Caribe.

En medio de esta maravilla, surge un panorama que causa impacto, a la vera del camino hay diminutas casuchas de madera donde viven pescadores y desarraigados con sus hijos; el mar y el rio golpea las tablas de las rústicas viviendas, de escasos 6 metros cuadrados, en algunas venden refrescos, cervezas y pasabocas a los visitantes.

Ellos son los moradores olvidados de Bocas de Ceniza, que arriesgan su vida todos los días, con el mar frente a su puerta y el Magdalena a sus espaldas.

Ronin vive hace 37 años en el tajamar, su papá era pescador y le dejó su herencia. "Tocó quedarme aquí", dijo con resignación, al contar que la energía para la luz viene de un pequeño panel solar y el agua para los alimentos y el baño, la sacan del Río Magdalena,  la echan en tanque y la purifican con alumbre.

A pesar de la pobreza, la cara de Ronin es de alegría, en medio de la entrevista. Muestra con orgullo y con la picardía del barranquillero, fotos de periódicos pegadas en las tablas con mujeres semidesnudas. "Cuando estoy solo tengo las damas que están ahí", dice con humor.

 "Aquí vivimos sin complicarnos, sin estrés, pero necesitamos que el Alcalde Char nos visite, nos mire a nosotros, nos cumplan y nos reubiquen", reclamó Ronin a nombre de unas 50 personas, entre hombres, mujeres y niños, que residen en el tajamar de Bocas de Ceniza.

Aunque la comida no falta, acotó que hay tiempos que no hay nada para comer. "Tuvimos una crisis por la falta de pescado el año pasado, fue difícil, pero en diciembre hubo abundancia", dijo. Ronin vende gaseosas y cerveza a los turistas en el 'Prende', como se llama su casita, eso le deja alguna platica para el mercado, vive con su mujer y una pequeña hija.  

Sin embargo, no siempre los pescadores del tajamar puede dormir tranquilos, hay épocas cuando las tormentas quisieran arrancar  las casas. " Cuando eso pasa, hay que pedirle a Diosito y a la Virgen. En la noche esto es oscuro, no se puede salir,  uno se parte las patas entre las rocas", señaló.

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Al fondo, una bandera tricolor que ondea a mil por el viento sobre las viviendas desbaratadas que resisten a la brisa fuerte, recuerda que este tajamar de Bocas de Ceniza donde la miseria reina, pero también la resiliencia de su gente. Allí, también es Colombia.

Los moradores olvidados de Bocas de Ceniza, están esperando que la Alcaldía de Barranquilla les cumpla y los incluya en el programa de reubicación y mejoramiento turístico que se adelanta en varios lugares de esa ciudad y de otros municipios.

Mientras tanto, le rezan a la Virgen de los Pescadores que tienen allí para que el río y el mar no se enfurezcan  más de lo normal y se los lleve junto a sus casitas de madera y zinc. 
 

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