Asocajas en Santa Marta traza una ruta hacia un país más equitativo y sostenible
En el marco de sus 500 años, la ciudad de Santa Marta abrió las puertas al 35º Congreso Nacional de Cajas de Compensación Familiar, organizado por Asocajas bajo el lema “Ser sostenibles”.
Durante la primera jornada, líderes nacionales e internacionales, autoridades, académicos y representantes del sector empresarial abordaron los grandes desafíos del país en materia de sostenibilidad social, económica y ambiental.
“El Sistema de Compensación Familiar nació como una prestación social de origen laboral, no como un tributo. No somos un impuesto, sino una prestación derivada de la relación de trabajo, para distribuir riqueza: los aportes sobre salarios altos benefician a quienes menos ganan. Es el resultado de una relación solidaria entre empleadores y trabajadores que, desde 1946, promueve equidad y bienestar en Colombia. Por eso, mucho antes de acuñar el término de sostenibilidad, las Cajas son un ejemplo en sí mismo de ser una práctica que atraviesa lo ambiental, lo social y lo económico, con un criterio de redistribución y corresponsabilidad que crea valor compartido”, explicó Adriana Guillén, presidente ejecutiva de Asocajas.
El Sistema de Compensación Familiar se consolida como uno de los principales motores de movilidad social ascendente en Colombia, al generar y sostener clase media a través de un modelo de redistribución y corresponsabilidad.
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De los casi 10 millones de trabajadores afiliados a las Cajas, el 69,1% tiene ingresos inferiores a 1,5 salarios mínimos, lo que significa que no reciben subsidios del Estado y, a la vez, encuentran difícil alcanzar las aspiraciones básicas de seguridad y bienestar.
A esto se suman 432 mil personas en condiciones de pobreza monetaria y 1,5 millones en situación de vulnerabilidad, lo que hace más urgente el papel de las Cajas de Compensación Familiar en impedir que estas familias retrocedan en sus condiciones de vida.
La educación se presenta como el principal indicador de movilidad social.
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Los datos muestran que en el 78% de los hogares afiliados, al menos un miembro ya superó el nivel educativo del jefe de hogar, frente al 46% en hogares no afiliados. Este diferencial refleja el aporte de las Cajas a la movilidad intergeneracional y a la estabilidad del modelo democrático.