Se armó problema en El Rodadero entre prestadores turísticos y la Alcaldía por siembra de árboles en la playa
Una disputa ambiental y administrativa estalló en las playas de El Rodadero en plena temporada de fin de año. Un grupo de prestadores de servicios turísticos decidió sembrar por su propia cuenta árboles en la arena con el objetivo, dicen, de recuperar la sombra perdida tras la construcción del nuevo malecón en 2022. Varias de estas especies, sin embargo, han sido removidas por las autoridades, lo que elevó la tensión.
Ronald Fletcher, representante de la Cooperativa de Servicios Turísticos del Magdalena, afirma que fue la comunidad trabajadora la que asumió el costo de la reforestación luego de que durante la obra se talara la primera línea de palmeras sin que fueran repuestas.
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“Sembrar un árbol no es delito. Lo que estamos haciendo es por el bien de la playa, del turismo y de la naturaleza”, aseguró Fletcher. A su juicio, los árboles ayudan a evitar la erosión costera y a ofrecer sombra a los visitantes, “algo indispensable con las temperaturas de playa”.
El vocero cuestionó que, en vez de dialogar con las organizaciones del sector, la administración local haya iniciado el retiro de los árboles argumentando ilegalidad. También rechazó rumores sobre presuntos daños provocados a algunas de las plantas: “Hemos defendido los árboles. Aquí lo que se necesita es sembrar más, no quitarlos”.
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La Alcaldía habla de especies invasoras y normas ambientales
La otra cara de la historia proviene de la Alcaldía de la Localidad 3, que pidió suspender la siembra mientras las autoridades ambientales evalúan la situación. El alcalde local, Luis Vanegas, sostiene que los prestadores están interviniendo la playa sin permiso del Departamento Administrativo Distrital del Medio Ambiente (Dadsa), y que las especies elegidas serían perjudiciales para el entorno.
“Están sembrando árboles que no son acordes con la naturaleza en la que nos encontramos. Son especies invasoras que afectan las dunas, desplazan la vegetación nativa y causan un daño que puede ser irreversible”, explicó Vanegas, quien advirtió que la almendra y el nim “son agresivas” para el ecosistema costero.
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El alcalde local defendió que su intención no es talar masivamente, sino reemplazar estos ejemplares por plantas propias de la región como uva de playa, icaco o trupillo, las cuales ayudan a conservar la arena y proteger la playa frente a la erosión.
Asimismo, insistió en que la administración buscará una “restauración ecológica y un ordenamiento ambiental responsable”, acompañado de procesos de sensibilización a los operadores turísticos.
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Mientras unos reclaman más naturaleza y mejor experiencia para el visitante, otros alertan sobre la necesidad de tomar decisiones con rigor técnico para no repetir errores ambientales que ya afectan ecosistemas vecinos como la Ciénaga Grande.
La disputa sigue abierta y es probable que se intensifique con el incremento de turistas en diciembre. De fondo queda una pregunta urgente: ¿Cómo equilibrar la recuperación verde de las playas con la obligación de proteger sus ecosistemas?