
Fuga de gas amoníaco en fábrica de alimentos en Cartagena puso a correr a trabajadores
Un grupo de trabajadores de una reconocida fábrica de alimentos en Cartagena alertó sobre fuga de gas amoníaco dentro de la planta, lo que obligó a la evacuación inmediata de decenas de empleados como medida de precaución.
El hecho generó preocupación entre la comunidad cercana, ya que este tipo de sustancias puede resultar nocivo para la salud si no se controla a tiempo.
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De acuerdo con medios locales, el incidente ocurrió durante la jornada laboral y fue detectado gracias a la rápida reacción de los mismos operarios, quienes activaron los protocolos internos de emergencia. Bomberos, personal de salud y autoridades locales acudieron a la zona para verificar la situación y descartar riesgos mayores.
El Cuerpo de Bomberos de Cartagena informó a Alerta Caribe que no se reportaron personas afectadas. La eventualidad fue controlada por una unidad de bomberos sin necesidad de apoyo externo. Las entidades competentes adelantan la investigación para establecer las causas y el alcance del hecho.
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Por qué el amoníaco es peligroso para la salud
El amoníaco es un compuesto químico ampliamente utilizado en la industria, especialmente en la producción de alimentos, fertilizantes, productos de limpieza y en sistemas de refrigeración. Aunque cumple un papel importante en estos sectores, representa un riesgo considerable para la salud humana cuando se produce una fuga o un contacto directo con esta sustancia.
Una de las principales características del amoníaco es su fuerte olor, que suele ser detectado incluso en bajas concentraciones. Sin embargo, la exposición prolongada o en niveles elevados puede generar graves consecuencias para las vías respiratorias, la piel y los ojos. Al inhalarse, el amoníaco irrita de manera inmediata la nariz, la garganta y los pulmones, provocando tos, dificultad para respirar y sensación de asfixia. En casos más severos, puede desencadenar edema pulmonar, una acumulación de líquido en los pulmones que pone en riesgo la vida.
El contacto con la piel o los ojos también resulta altamente peligroso, ya que el amoníaco es corrosivo y puede ocasionar quemaduras químicas. Incluso en concentraciones moderadas puede causar enrojecimiento, dolor e inflamación, mientras que en exposiciones mayores puede dejar lesiones permanentes o pérdida de la visión.
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Otro aspecto preocupante es que el amoníaco, al ser un gas más liviano que el aire, se dispersa rápidamente, lo que dificulta su contención en espacios abiertos. Sin embargo, en lugares cerrados o con poca ventilación puede acumularse y aumentar el riesgo de intoxicación masiva.
La toxicidad del amoníaco depende de la concentración y del tiempo de exposición. Pequeñas cantidades pueden generar molestias pasajeras, pero niveles altos pueden ser letales en cuestión de minutos. Por eso, la manipulación de esta sustancia exige protocolos estrictos de seguridad, equipos de protección adecuados y planes de emergencia bien definidos.